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Geoglifos de Chincha probablemente marcaban el solsticio de verano

La República, 5 de mayo de 2014

Solstice sunset. The sun sets on the largest Paracas mound during the winter solstice in the Chincha Valley in Peru. Meter-wide geoglyphs (inset) guided travelers to such places to celebrate. Charles Stanish. Science Now.

Los montículos y los geoglifos lineales en el valle Chincha, en el sur de Perú, probablemente se usaron para marcar el solsticio de verano y otras actividades culturales en la sociedad antigua, según un artículo que publica hoy la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

El estudio lo encabezó Charles Stanish, del Instituto Cotsen de Arqueología en la Universidad de California, cuyo grupo investigador documentó setenta y una líneas de geoglifos en un grupo de cinco montículos y determinó que éstos formaban centros de rayos desde los cuales se extienden las líneas.

La investigación arqueológica reciente en la costa del sur de Perú descubrió un montículo y un complejo de geoglifos que data de la época de Paracas tardío (de 400 a 100 años antes de Cristo en el valle Chincha, en el departamento peruano de Ica, indicó el estudio, en el cual colaboró Laura Griffin, del Instituto Francés de Estudios Andinos, en Perú.

El complejo consiste en geoglifos lineales, figuras circulares hechas con rocas, montículos ceremoniales y asentamientos que se extienden sobre un área de 40 kilómetros cuadrados.

«Una característica notable de este paisaje modificado culturalmente es que las líneas de geoglifos convergen sobre los montículos» formando conjuntos, añadió el artículo.

Estos conjuntos o ejes a su vez contienen numerosos segmentos de líneas en pares, y por lo menos dos estructuras con forma de u que marcaban la dirección del sol poniente en el solsticio de junio en aquella época.

Las excavaciones hechas en tres de los montículos han confirmado que fueron construidos en la época de Paracas tardío.

«El complejo Chincha, por lo tanto, es varios siglos más antiguo que las líneas en el desierto de Nazca, más conocidas, y dan indicios sobre el desarrollo y el uso de geoglifos y montículos de plataforma en la sociedad de Paracas», agregó el informe.

El valle Chincha, unos 200 kilómetros al sur de Lima, fue una de las regiones más productivas en la costa sur peruana y las investigaciones anteriores han identificado una rica historia prehispánica en la región que comienza, al menos, mil años antes de Cristo y continuó durante el período inca hasta el siglo XVI.

Los investigadores señalan en el artículo que estudiaron intensamente 32 kilómetros cuadrados en las planicies desérticas y al este de los sitios y documentaron el terreno con múltiples lecturas mediante el sistema global de posicionamiento (GPS).

El equipo empleó el programa de computación Starry Night Pro para calcular las alineaciones de solsticio para el hemisferio sur unos 2.300 años atrás, y las orientaciones de los geoglifos se determinaron de manera independiente con múltiples mediciones de GPS en el terreno y se confirmaron con brújulas de mano.

El solsticio de junio se ha movido levemente (1/5 de grado) en los últimos 2.300 años y en el valle Chincha ocurre a un azimut de 294 grados, y el artículo señaló que «el cambio a lo largo de milenios es imperceptible a simple vista».

Los investigadores afirman que pudieron confirmar las alineaciones astronómicas «mediante las observaciones directas en el terreno durante los solsticios de junio de 2012 y 2013».

«Tomando en cuenta los cambios de elevación y las diferencias de líneas de visión en el paisaje, el solsticio se observa (ahora) entre los 293 y los 295 grados», señaló el estudio. EFE

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Esta noticia ha recibido atención mundial. Los estudios de Charles Stanish fueron publicados en la revista PNAS el 11 de abril de este año: A 2,300-year-old architectural and astronomical complex in the Chincha Valley, Peru. Copio aquí el resumen en inglés:

Significance

Recent archaeological discoveries on the south coast of Peru demonstrate that Paracas period peoples constructed a complex set of geoglyphs to mark ceremonial mounds and residential sites. Paracas societies in this region created a built or artificial landscape in an open desert to mediate periodic social events. Several of these architectural features were oriented to the sunset during the winter solstice. These data provide insight into the ways by which people in stateless societies organized their social, economic, and political life. Social units, labor, and astronomically significant periods mesh, attracting participants to cyclical events in the midvalley zone. This case study refines our understanding of the processes of human social evolution prior to the development of archaic states.

Abstract

Recent archaeological research on the south coast of Peru discovered a Late Paracas (ca. 400–100 BCE) mound and geoglyph complex in the middle Chincha Valley. This complex consists of linear geoglyphs, circular rock features, ceremonial mounds, and settlements spread over a 40-km2 area. A striking feature of this culturally modified landscape is that the geoglyph lines converge on mounds and habitation sites to form discrete clusters. Likewise, these clusters contain a number of paired line segments and at least two U-shaped structures that marked the setting sun of the June solstice in antiquity. Excavations in three mounds confirm that they were built in Late Paracas times. The Chincha complex therefore predates the better-known Nasca lines to the south by several centuries and provides insight into the development and use of geoglyphs and platform mounds in Paracas society. The data presented here indicate that Paracas peoples engineered a carefully structured, ritualized landscape to demarcate areas and times for key ritual and social activities.

Aquí el artículo completo en PDF.

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El proyecto The Chincha Valley Archaeological Project, de la Universidad de California (UCLA) y la Universidad de San Marcos, publicó es esta página web los requisitos para los estudiantes norteamericanos que deseaban participar. Esto demuestra el enorme interés de la universidades extranjeras en el estudio del Antiguo Perú.

La noticia es cubierta por sitios como Science (foto de inicio) y Popular Archaeology.


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La otra salida del hombre desde África

El País, 21 de abril de 2014

Mujeres de un grupo de danza aborígen en Australia. / CORBIS. El País.

Un análisis de la diversidad genética y de las medidas craneales de 10 poblaciones africanas y asiáticas indica que los humanos se dispersaron fuera de África en dos tandas, y que la primera de ellas fue mucho antes de lo que se pensaba. La segunda migración, que dispersó a los humanos por el norte de Eurasia hace 50.000 años, viene a corresponder con lo que se conocía hasta ahora como la única salidafuera de África.Pero, según el estudio de la Universidad de Tubinga, fue precedida por una migración muy anterior, que empezó hace 130.000 años, y de la que proceden los actuales aborígenes australianos y pobladores de Papúa-Nueva Guinea y las islas de la Melanesia.

La idea simple de que la humanidad que vive fuera de África procede de una pequeña población que salió de ese continente hace 50.000 años está sufriendo notables revisiones. Primero como consecuencia de hallazgos arqueológicos que han revelado la presencia de humanos en Arabia y Oriente Próximo antes de esa fecha. Y segundo, por las comparaciones de los genomas de las poblaciones actuales de todo el mundo, que revelan un cuadro bastante más complicado de lo que se pensaba. Y no solo por los cruces de los humanos modernos con neandertales y denisovanos.

El consenso actual es que nuestra especie, el Homo sapiens, se originó en África hace de 100.000 a 200.000 años —según datos paleontológicos y los genéticos—, pero su dispersión posterior por África y el resto del mundo es objeto de controversia. “Nuestros resultados apoyan una dispersión inicial hacia el este por el sur del continente asiático que empezó tan pronto como hace 130.000 años, y otra posterior hacia el norte de Eurasia hace 50.000 años”, dice la directora de la investigación, Katerina Harvati, del Centro Senckenberg de Evolución Humana de la Universidad de Tubinga. Presenta el estudio en PNAS junto a colegas de la Universidad de Ferrara y el Museo Nacional de Historia Natural de París.

Harvati y sus colegas han estudiado múltiples individuos (entre 10 y 215) de 10 de las poblaciones esenciales para discriminar entre los posibles modelos de dispersión de los humanos modernos: habitantes nativos de Australia (aborígenes), Asia central, África oriental, Japón, Melanesia,negritos del norte de Filipinas (aeta/agta), Nueva Guinea, norte y sur de India y Sudáfrica.

La hipótesis de esa doble migración se había propuesto hace años, pero en una forma muy distinta. Según la idea antigua, la primera dispersión habría ocurrido muy poco antes de la segunda, y habría dejado su marca genética en los actuales pobladores de Australia, Melanesia, Papúa-Nueva Guinea, los hablantes de lenguas dravídicas del sur de Asia y los aeta/agta (negritos) de Filipinas.

Los nuevos resultados hablan de una primera migración antiquísima, y que solo ha dejado huellas genéticas y morfológicas en los aborígenes australianos y los melanésicos. Los negritos, o pobladores de corta estatura, piel oscura y pelo rizado del sureste asiático, como el resto de los habitantes nativos del sur de Asia, pertenecen a la segunda migración, o bien se mezclaron tanto con ella que han perdido sus marcadores genéticos ancestrales.

“Nuestros resultados”, escriben Harvati y sus colegas, “son consistentes de forma general con el punto de vista de que los actuales aborígenes australianos descienden de un linaje que ha permanecido relativamente aislado desde el pleistoceno medio”, es decir desde hace unos 130.000 años. Eso no quiere decir que la colonización original de Australia ocurriera en esa época remota —todo apunta a que data de hace unos 50.000 o 60.000 años—, pero sí que la salida de África de ese linaje fue muy anterior. La interpretación directa de estos datos es que les llevó 80.000 años alcanzar el continente australiano.

Los nuevos resultados pueden explicar algunas paradojas que resultaban desconcertantes con el esquema previo. Por ejemplo, si solo hubo una migración fuera de África, ¿cómo se explican las evidencias arqueológicas de ocupación por humanos modernos en la península arábiga, que datan de hace 125.000 años? Es cierto que esas evidencias no incluyen por el momento ningún fósil humano, pero sí artefactos de piedra muy parecidos a otros hallados en Etiopía, que se clasifican como modernos y datan de unos 150.000 años atrás. Una migración original de humanos modernos fuera de África, en cambio, cuadra excepcionalmente bien con esos datos descolocados. De modo similar, cuadra bien con las últimas interpretaciones sobre el clima primitivo en el continente, que nos hablan de unas devastadoras sequías que empezaron a asolar el este de África hace justo 135.000 años, de nuevo en una correspondencia temporal casi perfecta con los nuevos datos de Harvati y sus colaboradores.

Y, por supuesto, la existencia de una migración hace 130.000 años hace innecesario encontrar una explicación para otra paradoja: los larguísimos milenios que se suponía que habían transcurrido entre el origen de la especie humana moderna y su salida de África. Por todo lo que sabemos ahora, es perfectamente posible que nuestros ancestros emigraran del continente madre un día después de su creación por los siempre asombrosos y a menudo enigmáticos mecanismos de la evolución, los verdaderos hacedores de todo cuanto existe en la biología del planeta Tierra.

Fuente: PNAS. / HEBER LONGÁS / EL PAÍS

© El País


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El istmo de Alejandro Magno en Tiro (Líbano)

Una noticia de 2007 muy resaltante fue la teoría del arqueólogo francés Nick Marriner, que asegura que el puente o camino artificial que construyó Alejandro Magno para sitiar Tiro, durante su campaña en el Levante Mediterráneo, alteró las costas y permitió que con el paso de los siglos, la isla se uniera al continente mediante un istmo.

Archaeology, enero/febrero 2008: Alexander’s Isthmus, Tyre, Lebanon

Geoarchaeological analysis of today’s isthmus at the Lebanese city of Tyre shows that Alexander the Great took advantage of a natural sandbank during his celebrated siege of the city. (Alexander: photos.com, Graphic: Courtesy Nick Marriner, CNRS). Archaeology.

There is no shortage of stories about Alexander the Great’s military accomplishments. One of them, his 332 B.C. conquering of the seemingly impenetrable Phoenician island fortress of Tyre, was revised a bit this year. History tells us that Alexander, after laying siege to the massive fort for seven months, made his final assault by having his engineers build a half-mile causeway connecting the island to the mainland–a stunning feat. But a study published in May posits that Alexander got assistance from a submerged sandbar, so he crossed water only a yard or two deep. Geoarchaeologist Nick Marriner, of France’s National Center of Scientific Research, and his colleagues also theorize that the bridge or causeway that Alexander’s army built altered coastal currents and the flow of sand, helping permanently join the island of Tyre with the mainland. It’s always fascinating when archaeology and other forms of science can be applied to the historical record. In this case, geoarchaeology explains not only how Alexander made his assault, but also how he actually reshaped Lebanon’s coastline.

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El artículo completo de Nick Marriner en la revista Proceedings:

PNAS, 6 de abril de 2007:  Holocene morphogenesis of Alexander the Great’s isthmus at Tyre in Lebanon

In 332 B.C., Alexander the Great constructed an ≈1,000-m-long causeway to seize the offshore island of Tyre. The logistics behind this engineering feat have long troubled archaeologists. Using the Holocene sedimentary record, we demonstrate that Alexander’s engineers cleverly exploited a shallow proto-tombolo, or sublittoral sand spit, to breach the offshore city’s defensive impregnability. We elucidate a three-phase geomorphological model for the spit’s evolution. Settled since the Bronze Age, the area’s geological record manifests a long history of natural and anthropogenic forcings. (i) Leeward of the island breakwater, the maximum flooding surface (e.g., drowning of the subaerial land surfaces by seawater) is dated ≈8000 B.P. Fine-grained sediments and brackish and marine-lagoonal faunas translate shallow, low-energy water bodies at this time. Shelter was afforded by Tyre’s elongated sandstone reefs, which acted as a 6-km natural breakwater. (ii) By 6000 B.P., sea-level rise had reduced the dimensions of the island from 6 to 4 km. The leeward wave shadow generated by this island, allied with high sediment supply after 3000 B.P., culminated in a natural wave-dominated proto-tombolo within 1–2 m of mean sea level by the time of Alexander the Great (4th century B.C.). (iii) After 332 B.C., construction of Alexander’s causeway entrained a complete anthropogenic metamorphosis of the Tyrian coastal system. (seguir leyendo)


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Mapa arqueológico de Angkor, Camboya

Uno de los hitos arqueológicos del 2007, según la revista Archaeology, fue la culminación del mapa arqueológico del monumento que ha tardado 10 años en realizar el proyecto Greater Angkor (GAP). Este mapa de la ciudad preindustrial más grande del mundo ha ayudado a dar pistas de las posibles causas del colapso de la ciudad, que posiblemente se debió a la sobrepoblación y a problemas con el medio ambiente y manejo de los recursos.

Archaeology, enero/febrero 2008: Greater Angkor, Cambodia

This computer reconstruction of Angkor Wat is based in part on a new map of the site and the vast urban landscape that surrounded it. (Courtesy Tom Chandler/Monash University). Archaeology.

The capital of a Khmer state that flourished between the ninth and fifteenth centuries, Cambodia’s Angkor is one of the most intensively studied sites in the world. But it continues to inspire more questions than answers, the most fundamental being why the sophisticated Khmer Empire collapsed. In 2007, research into the mysteries of the world’s largest preindustrial city reached a milestone with the completion of a 10-year mapping project, which yielded clues suggesting that the sprawling metropolis may have collapsed under self-induced environmental pressures related to overpopulation and deforestation.

«Angkor was a vast inhabited landscape…larger than anything previously known,» says Damian Evans, deputy director of the Greater Angkor Project (GAP) and lead author of the group’s findings. Their map covers more than 1,100 square miles, detailing thousands of features that were part of an elaborate irrigation system.

The GAP team combined previously existing ground surveys, aerial photos, and radar remote-sensing data provided by NASA’s Jet Propulsion Lab to create the comprehensive map. It shows an urban center surrounded by dispersed agricultural villages, local temples, and small reservoirs. The team found evidence of silted canals and breached waterworks that suggest the people of Angkor were eventually unable to maintain the vast irrigation system because of erosion and increased flooding. The map also shows the metropolis extended miles beyond the ruins within today’s Angkor Archaeological Park. «Extremely valuable archaeological material stretches far beyond the World Heritage zone,» Evans says.

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La revista PNAS (Proceedings) dedica un artículo muy completo sobre este mapa.

PNAS, 29 de junio de 2007: A comprehensive archaeological map of the world’s largest preindustrial settlement complex at Angkor, Cambodia

A new archaeological map of Greater Angkor. PNAS.

The great medieval settlement of Angkor in Cambodia [9th–16th centuries Common Era (CE)] has for many years been understood as a “hydraulic city,” an urban complex defined, sustained, and ultimately overwhelmed by a complex water management network. Since the 1980s that view has been disputed, but the debate has remained unresolved because of insufficient data on the landscape beyond the great temples: the broader context of the monumental remains was only partially understood and had not been adequately mapped. Since the 1990s, French, Australian, and Cambodian teams have sought to address this empirical deficit through archaeological mapping projects by using traditional methods such as ground survey in conjunction with advanced radar remote-sensing applications in partnership with the National Aeronautics and Space Administration (NASA)/Jet Propulsion Laboratory (JPL). Here we present a major outcome of that research: a comprehensive archaeological map of greater Angkor, covering nearly 3,000 km2, prepared by the Greater Angkor Project (GAP). The map reveals a vast, low-density settlement landscape integrated by an elaborate water management network covering >1,000 km2, the most extensive urban complex of the preindustrial world. It is now clear that anthropogenic changes to the landscape were both extensive and substantial enough to have created grave challenges to the long-term viability of the settlement. (seguir leyendo)


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Lo que comían los antiguos peruanos (hallazgo en el Valle de Ñanchoc)

Squash Seeds • Ñanchoc Valley, Peru (Archaeology.org)

Este descubrimiento es mencionado por Archaeology (Early Squash Seeds, Peru) como uno de los descubrimientos «top ten» del 2007. La noticia salió con más detalle en la BBC:

BBC Mundo, 4 de diciembre de 2008: Lo que comían los antiguos peruanos

Nadie hubiera pensado que no lavarse los dientes habría dado lugar a la primera evidencia científica de lo que comieron los peruanos hace 9.000 años.

Científicos en Estados Unidos descubrieron que los pobladores del Valle de Ñanchoc, en el norte de Perú, no sólo eran sofisticados agricultores sino que también sabían alimentarse muy bien.

Los científicos, que publican los detalles del estudio en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS –Actas de la Academia Nacional de Ciencias), recuperaron en el sitio dientes humanos de hace aproximadamente entre 7.000 y 9.000 años.

Descubrieron en éstos granos de almidón preservados que revelan que estos pobladores ya cultivaban zapallo (calabaza), frijoles y la fruta del árbol de pacay.

«Como se sabe, si no te lavas bien los dientes se acumula placa» le dijo a BBC Ciencia la doctora Dolores Piperno, del Instituto Smithsoniano de Investigación Tropical en Washington, quien dirigió el estudio.

«Y en la placa de estos antiguos dientes lograron sobrevivir granos de almidón, que son partículas microscópicas donde las plantas almacenan su fuente de energía», agregó.

Almidón

Los científicos recuperaron granos de almidón de 39 dientes humanos, que creen pertenecían a entre seis y ocho individuos.

Y después de comparar esas muestras con referencias modernas de almidón de unas 500 plantas lograron identificar lo que comían y cultivaban.

«Logramos identificar almidón de una variedad de cultivos -dice la investigadora- como zapallo, frijoles tanto de variedad común como habas, maní y fruta de pacay».

«Éste es un cultivo muy importante que se cosechaba mucho en Perú durante tiempos precolombinos», agrega.

Según la investigadora, las muestras de almidón en los dientes revelan que la gente comía estos cultivos y no sólo los utilizaba para otros propósitos, como el zapallo para producir recipientes o redes.

El estudio además demuestra que los pobladores del continente americano ya eran sofisticados agricultores mucho antes de lo que se pensaba hasta ahora.

«La evidencia más antigua del consumo de frijoles en Sudamérica data de unos 4.000 años, pero nuestra investigación muestra que la gente ya comía frijoles mucho antes», dice Dolores Piperno.

Buenos cocineros

«Otro descubrimiento interesante es que ya sabíamos que esta gente cultivaba plantas pero la abundancia de granos de almidón que encontramos revela que eran agricultores comprometidos».

Además, también al parecer eran buenos cocineros porque las muestras revelan que muchos de los cultivos habían sido cocinados antes de consumirse.

«El almidón es muy susceptible al calor», explica la científica.

«Pero con experimentos que llevamos a cabo con frijoles hervidos en el laboratorio descubrimos que aún después de hervirse queda algo de almidón dentro del frijol».

«Esto nos indica que esos granos fueron hervidos antes de comerse, y además nos alegra que ahora contamos con un método para identificar la cocina prehistórica».

Los dientes fueron encontrados durante excavaciones llevadas a cabo por el profesor Tom Dillehay, de la Universidad de Vanderbilt, quien ha hecho varios estudios sobre los pobladores de Ñanchoc.

Según la doctora Piperno, los Ñanchoc fueron una de las primeras culturas peruanas y además de ser buenos agricultores también contaban hace unos 6.500 años con sistemas de irrigación.

«Así que ahora podemos decir que no sólo eran unos de los mejores agricultores de Perú, sino de todo Sudamérica, porque vivían dedicados a las plantas y a mejorar sus variedades» expresa la investigadora.

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Aquí el artículo completo de la revista Proceedings (PNAS), 16 de diciembre de 2008 (PDF): Starch grains on human teeth reveal early broad crop diet in northern Peru