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¿El mapa más antiguo del mundo? Expertos no se ponen de acuerdo

El Comercio, 16 de enero de 2014

Image: Keith Clarke. NewScientist.

Los arqueólogos sabían desde hace mucho de la existencia de un mural creado hace 8.500 años en Turquía, pero un reciente estudio ha puesto en tela de juicio si la pintura es un mapa de la ciudad de piedra de aquella época.

Lo que señala el arqueólogo Axel Schmitt, de la Universidad de California, en el estudio publicado por PLoS ONE es que la serie de puntos en la piedra “representa la erupción del Hasan Dagi, ubicado a 130 kilómetros al noreste de Çatalhöyük y, además, es la vista aérea de un plano de la ciudad”.

El artículo de la publicación especializada sugiere que existe evidencia de que en ese tiempo hubo actividad volcánica en la zona.

“No puedo asegurarlo con certeza, pero creo que la evidencia está aquí, ahora, a favor de que sí es un mapa”, señaló por su parte el cartógrafo de la Universidad de California, Keith Clarke, a la National Geographic.

Schmitt tiene trabajo que hacer: convencer a los científicos de que, en efecto, es un mapa real y no el patrón de una piel de leopardo, como sugieren algunos.

¿CUÁL ES EL MÁS ANTIGUO?
En España hay un supuesto mapa que habría sido dibujado hace 14.000 años -unos 5.000 años antes que el de Turquía- y hay otro en República Checa que dataría de hace 25.000 años.

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Aquí la noticia en NewScientist (9 de enero de 2014): Stone Age mural ups the stakes in quest for oldest map

Artículo completo en Plus ONE (8 de enero de 2014):

PlusONE: Identifying the Volcanic Eruption Depicted in a Neolithic Painting at Çatalhöyük, Central Anatolia, Turkey

A mural excavated at the Neolithic Çatalhöyük site (Central Anatolia, Turkey) has been interpreted as the oldest known map. Dating to ~6600 BCE, it putatively depicts an explosive summit eruption of the Hasan Dağı twin-peaks volcano located ~130 km northeast of Çatalhöyük, and a birds-eye view of a town plan in the foreground. This interpretation, however, has remained controversial not least because independent evidence for a contemporaneous explosive volcanic eruption of Hasan Dağı has been lacking. Here, we document the presence of andesitic pumice veneer on the summit of Hasan Dağı, which we dated using (U-Th)/He zircon geochronology. The (U-Th)/He zircon eruption age of 8.97±0.64 ka (or 6960±640 BCE; uncertainties 2σ) overlaps closely with 14C ages for cultural strata at Çatalhöyük, including level VII containing the “map” mural. A second pumice sample from a surficial deposit near the base of Hasan Dağı records an older explosive eruption at 28.9±1.5 ka. U-Th zircon crystallization ages in both samples range from near-eruption to secular equilibrium (>380 ka). Collectively, our results reveal protracted intrusive activity at Hasan Dağı punctuated by explosive venting, and provide the first radiometric ages for a Holocene explosive eruption which was most likely witnessed by humans in the area. Geologic and geochronologic lines of evidence thus support previous interpretations that residents of Çatalhöyük artistically represented an explosive eruption of Hasan Dağı volcano. The magmatic longevity recorded by quasi-continuous zircon crystallization coupled with new evidence for late-Pleistocene and Holocene explosive eruptions implicates Hasan Dağı as a potential volcanic hazard. (seguir leyendo)

 


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Los primeros homínidos que salieron de África eran de dos especies distintas

El País, 20 de febrero de 2014

La mandíbula de Dmanisi (Georgia), de hace 1,8 millones de años, denominada D2600, es de una especie diferente de otros fósiles del yacimiento. / CENIEH. El País.

Los fósiles de hace 1,8 millones de años de Dmanisi, el famoso yacimiento de Georgia donde se han encontrado los restos de los primeros –hasta ahora- homínidos que salieron de África, están rodeados de polémica sobre cómo encajan en el árbol evolutivo humano y los debates entre especialistas no hacen sino avivarse. Un equipo del Centro Nacional de Investigación de Evolución Humana (CENIEH), en Burgos, ha analizados tres mandíbulas de la colección de Dmanisi y concluye ahora que son de, al menos, dos especies diferentes, y no una como defendieron recientemente sus descubridores. “No tendría nada de extraño: si en esa época, hace unos dos millones de años, había en África cinco especies de homínidos, es perfectamente lógico que dos de ellas, y no una sola, se extendiera por oriente próximo hacia Georgia”, señala José María Bermúdez de Castro, paleontológico del CENIEH, experto internacional en el análisis de dientes y líder de esta nueva investigación.

La presentación mundial en la revista Science, el pasado mes de octubre, del cráneo número cinco de Dmanisi, una pieza muy bien conservada y completa, fue acompañada de la interpretación de estos fósiles por parte de los descubridores de estos primeros, hasta ahora, pobladores de Eurasia. David Lordkipanidze y sus colegas concluyeron que las diferencias entre los cinco individuos cuyos restos se han hallado en el yacimiento georgiano hasta ahora no son mayores que la que hay entre cinco personas actuales o entre cinco chimpancés.

Bermúdez de Castro lo niega rotundamente. El estudio que ha realizado con su equipo, y que se publica en la prestigiosa revista PlosONE, concluye que la variabilidad de la población de Dmanisi es muy superior no solo a la humana actual, sino a la de los gorilas, “cuyo dimorfismo sexual, con machos el doble de grandes que las hembras, es el mayor entre los simios antropoideos”. La mandíbula del cráneo número cinco (denominada D600), de gran tamaño y morfología extraña, es claramente diferente de las otros dos que han estudiado. Todas ellas tienen características primitivas. Los expertos de Burgos han hecho un estudio de  morfología comparada de tres de tres mandíbulas; la cuarta carece de dientes, lo que dificulta su estudio.

Ese cráneo tiene algunos rasgos compartidos con los neandertales, señala Bermúdez de Castro, investigador del CSIC y codirector de las excavaciones de Atapuerca. Pero se trata de convergencia evolutiva, advierte, no es que haya una relación de parentesco entre ambas especies, separadas por más de un millón y medio de años. En este caso, como en muchos otros en la evolución, la similitud de características entre algunos organismos responde a que la selección natural desembocó en la misma solución en unos y otros, como aves y murciélagos, por ejemplo, que tienen alas como adaptación al vuelo sin que haya un parentesco entre ellos.

Los investigadores del CENIEH, tras sus análisis de morfología comparada proponen asignar el individuo del cráneo número cinco con su mandíbula correspondiente a H.georgicus, la especie que inicialmente se propuso para esos fósiles georgianos, mientras las mandíbulas pequeñas recuerdan a las de Homo habilis, una especie africana de aproximadamente la misma antigüedad.

Bermúdez de Castro explica que conoce las mandíbulas de Dmanisi desde hace tiempo y que la interpretación de una única especie no le convenció. Su trabajo ahora es una respuesta científica al debate y espera que haya más con más estudios profundos de los fósiles.

Otro problema del yacimiento, explica el especialista español, es que la geología allí es confusa. “La datación es correcta, pero no está claro cuántos niveles tiene Dmanisi y hay que tener en cuenta que una sucesión de riadas, rellenos por cenizas volcánicas, erosión, más riadas… puede abarcar muchos acontecimientos en un plazo de tiempo de solo 100.000 años”. Así, sería perfectamente factible que se acumulasen en el lugar huesos de dos o más especies, comenta. Esa zona de Georgia, rica en flora, fauna y alimento para los antiguos humanos, añade Bermúdez de Castro, está a solo unos 1.500 kilómetros al norte del Valle del Rift africano –región rica en fósiles de homínidos- por el llamado corredor levantino. Nada impide que más de una especie tomara ese camino migratorio.

La respuesta definitiva sobre si se trata de una o dos especies cabría esperarla de la mano de los análisis genéticos, pero 1,8 millones de años está, por ahora, fuera del alcance de la ciencia del ADN antiguo.

Artículo de PLOS ONE: On the Variability of the Dmanisi Mandibles


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Una mutación genética favoreció la expansión del ‘Homo sapiens’ en África

El País, 25 de septiembre de 2012

Tres equipos científicos estadounidenses que han analizado patrones de variación genética en diferentes poblaciones han dado con una mutación, que debió producirse hace más de 85.000 años, y que permitiría a los Homo sapiens del centro de África migrar por todo el continente. La mutación está en un grupo de genes del cromosoma 11 implicados en al conversión de ácidos grasos poliinsaturados de origen vegetal en ácidos poliinsaturados necesarios para aumentar el tamaño del cerebro, su complejidad y sus funciones, según explican los investigadores, que logran así asociar la base genética con la llamada gran expansión africana del Homo sapiens.

Diversas investigaciones genéticas y arqueológicas apuntan hacia el origen del H.sapiens hace unos 180.000 años, pero permanecerían confinados unos 100.000 años en una zona con abundantes lagos en el centro de África, según explican los investigadores del Centro Médico Wake Forest Baptist que forman uno de los tres equipos de la investigación, presentada en la revista Plos One y liderada por Joshua M. Akey (Universidad de Washington). Su hipótesis es que este confinamiento territorial se debió, al menos en parte, a que los humanos primitivos necesitaban, para alimentar sus funciones cerebrales, un ácido graso específico (DHA) que contienen los peces. Y en la región centroafricana habría agua y, por tanto, fuentes de alimentos con DHA.

“Ha habido un considerable debate acerca de cómo los humanos primitivos lograban obtener el suficiente DHA necesario para mantener su tamaño cerebral y su complejidad”, comenta Floyd Chilton, uno de los autores de la investigación, en un comunicado de Wake Forest. “Es sorprendente que hayamos descubierto la región de la variación genética que debió surgir aproximadamente al tiempo que aquellos hombres primitivos salieron de esa región africana central en lo que se ha llamado la gran expansión”, añade.

Con la variación genética los humanos podían alejarse de las zonas con agua y los productos alimenticios necesarios que en ella obtendrían. Y a partir de ese momento, según muestran los resultados expuestos en Plos One, se produjo una intensa presión selectiva en la población y rápidamente se difundió la mutación por todo el continente africano.

La capacidad de conversión de ácidos grasos de origen vegetal en alimento del cerebro significaría que los primeros humanos ya no dependían de una única fuente, el pescado, y eso era importante porque cuando aparece esta mutación aún no existía la caza y pesca organizada que pudiera mejorar el suministro de esos ácidos grasos, recuerda Akey.

Los investigadores han analizado los genomas de poco más de mil individuos de 15 poblaciones humanas diferentes que formaban parte del proyecto Genoma Humano más otros tantos de 52 poblaciones de la base de datos Diversidad del Genoma Humano. Los científicos de Wake Forest se han ocupado de los estudios de bioquímica de los ácidos grasos, los de la Universidad de Washington han hecho la genética de poblaciones y otro equipo, de la Universidad John Hopkins, se ha ocupado de la genética estadística.


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Los neandertales podían poseer un mundo simbólico

El País, 17 de septiembre de 2012

Reconstrucción de un esqueleto de un neandertal junto a un humano moderno / AP

Un estudio internacional en el que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha confirmado que los neandertales usaban plumas de aves rapaces y de córvidos para fines ornamentales.

Según ha explicado hoy el CSIC, esta teoría destierra la idea de que los neandertales no poseían pensamiento simbólico y los acerca más al Homo sapiens.

La investigación se suma así a otras recientes que han apuntado también la existencia para el Hombre de Neandertal de un mundo simbólico, de cultos y ritos chamánicos.

El trabajo, publicado en el próximo número de la revista científica PLoS ONE, se ha centrado en el estudio de los restos óseos de 21 especies de rapaces y córvidos encontrados en tres cuevas de Gibraltar.

Los análisis de estos restos demuestran que de 124 individuos, al menos 18 presentaban en sus alas marcas de herramientas neandertales e incluso de dientes.

Según ha explicado el investigador del CSIC Juan José Negro, de la Estación Biológica de Doñana, estas extremidades «están destinadas a funciones de vuelo, son muy ligeras y apenas tienen carne, por lo que creemos que no tenían un fin alimenticio, sino que empleaban las enormes plumas como ornamentación, tal y como siguen haciendo muchos pueblos indígenas en la actualidad».

Los restos analizados proceden de diferentes estratos arqueológicos que abarcan miles de años y han sido comparados con datos de otros 1.700 yacimientos de Eurasia procedentes del Pleistoceno.

Los resultados ponen en evidencia que la manipulación de plumas por parte de los neandertales «era una práctica extendida» y que no pudo ser una pauta aprendida del Homo sapiens, ya que las muestras son anteriores a la llegada de éstos a Gibraltar.

Así, Negro ha subrayado que «la ausencia de arte rupestre realizado por neandertales no significa que su capacidad cognitiva fuera inferior a la de nuestros antepasados», sino que empleaban otro tipo de materiales -como las plumas- para expresar su pensamiento cognitivo.

El trabajo revela, asimismo, que los neandertales preferían las aves planeadoras con grandes plumas de color oscuro, como el quebrantahuesos, el buitre leonado, el milano real o el águila real.

Los investigadores apuntan, como causa de esta elección, el hecho de que gran parte de las aves encontradas formaban parte de la vida diaria de los neandertales.

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Artículos en la revista PLOS ONE:

Presumed Symbolic Use of Diurnal Raptors by Neanderthals, Marzo 2012

Birds of a Feather: Neanderthal Exploitation of Raptors and Corvids, Septiembre 2012