Arqueoafición

Noticias de arqueología e historia del mundo


Deja un comentario

Hallazgo de la tumba de un metalúrgico wari en Huarmey

The 20-year-old man had been buried in a sitting position and covered with cloth. He had a dozen well-used bronze tools with him, including a saw, a variety of knives, an axe and chisel [Credit: Miłosz Giersz] Fuente: News Network Archaeology

Fuente: News Network Archaelogy

Arqueólogos polacos en Perú descubrieron accidentalmente una tumba de un metalúrgico de 1200 años de antigüedad, después de casi caer en un agujero donde fue enterrada. La tumba fue descubierta puramente de casualidad cuando los arqueólogos estaban investigando un sitio ubicado en un área ceremonial donde se llevaban a cabo rituales religiosos y los restos de sacrificios de Ilamas habían sido encontrados previamente, cuando uno de los estudiantes que ayudaba con las excavaciones casi se cayó en un agujero.

Tools made from a rare type of bronze – copper alloy with arsenic, rather than more common tin – were found with the skeleton [Credit: Miłosz Giersz]

Para su sorpresa, descubrieron una tumba bien conservada. El Prof. Miłosz Giersz, del Centro de Estudios Precolombinos de la Universidad de Varsovia, el jefe de la misión, le dijo a PAP: «Es por eso que cuando nos encontramos con el entierro de un hombre este año, inicialmente pensamos que también era un sacrificio. Mientras tanto, resultó que este caso era diferente «. El hombre de 20 años había sido enterrado sentado y cubierto con un paño. Llevaba consigo una docena de herramientas de bronce bien utilizadas, incluida una sierra, una variedad de cuchillos, un hacha y un cincel.

Serrated bronze tool with a possible maker’s mark [Credit: Miłosz Giersz]

Seguir leyendo (en inglés): link

 


Deja un comentario

Hallazgo Wari en Espíritu Pampa

Importantes hallazgos de las culturas wari e inca en el sitio arqueológico de Espíritu Pampa, en Perú

Una de las estructuras arquitectónicas habría servido como observatorio astronómico o un lugar donde los antiguos waris realizaban rituales mágico-religiosos

National Geographic, 3 de Enero de 2018

espiritupampa1_95d65bcd_1200x900

Ofrenda wari: Ofrenda de época wari formada por dos botellas de cerámica, un pectoral de plata y una corona o tocado también de plata. Foto: Javier Fonseca

Por ALEC FORSSMANN
Un equipo de investigadores dirigido por Javier Fonseca ha realizado importantes hallazgos de las culturas wari e inca en el complejo arqueológico de Espíritu Pampa, en el departamento de Cuzco (Perú), según anunció a mediados de diciembre la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco. En el sector wari se descubrieron los muros de un enorme templo con forma de «D», un estilo arquitectónico propio de la cultura wari que se originó en Ayacucho y que se extendió hasta la selva de la provincia de La Convención. En el centro de esta edificación se descubrió otra estructura pequeña que también tiene forma de «D» y que, a juzgar por su ubicación simbólica y expresiva, habría servido como observatorio astronómico o un lugar donde los antiguos waris realizaban rituales mágico-religiosos.

En el interior de la estructura grande también se hallaron dos contextos construidos con lajas de pequeñas dimensiones: en el primero había fragmentos de dientes de algún animal de la zona y en el segundo dos botellas de cerámica de notable estilo wari, un pectoral de plata y una corona o tocado también de plata. Una de las botellas presenta, en el cuello, el rostro de un ser humano caracterizado por sus enormes ojos, nariz y boca. Pero lo más llamativo es la corona que está pintada sobre su cabeza, que indica que, durante el apogeo de los wari, Espíritu Pampa estuvo ocupado por personajes de la élite gobernante.

Al lado del recinto grande en forma de «D» se han descubierto formas arquitectónicas cuadradas y rectangulares, que son evidencias de los incas. Dentro de una de ellas se ha descubierto un contexto de época inca que incluye tupus o prendedores, agujas de plata y cerámica ceremonial de estilo inca consistente en botellas pequeñas y recipientes.

espiritupampa2_ca63c767_1200x900

Ofrenda inca: Ofrenda de época inca que incluye tupus o prendedores, agujas de plata y cerámica ceremonial consistente en botellas pequeñas y recipientes. Foto: Javier Fonseca

espiritupampa3_83b373b4_1200x900

Estructuras arquitectónicas de las culturas wari e inca, excavadas en el complejo arqueológico de Espíritu Pampa. Foto: Javier Fonseca


Cusco: hallan muros y observatorio astronómico de origen Wari en Espíritu Pampa

Andina, 15 de Diciembre de 2017

Las labores de investigación en el sitio arqueológico de Espíritu Pampa, en la región Cusco, permitieron el hallazgo de enormes muros de piedra, un observatorio astronómico, contextos con dientes de animales, pectoral de plata, recipientes cerámicos, tupus y otras evidencias de las culturas Wari e Inca.

Especialistas de la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco (DDCC) que mantienen minuciosas labores en Espíritu Pampa, ubicado en la selva del distrito de Vilcabamba, provincia La Convención, confirmaron esta tarde los importantes recientes hallazgos.

Javier Fonseca, arqueólogo que dirige el equipo multidisciplinario, detalló que los muros de un enorme templo, tiene la forma de la letra D, lo que hace desprender que esta arquitectura es propia de la cultura Wari que se originó en Ayacucho y se extendió a la selva cusqueña.

En el centro de la edificación se halló otra estructura pequeña que también tiene la forma de la letra D, que por su ubicación tan simbólica y expresiva, se considera que habría servido como observatorio astronómico o un lugar donde los antiguos Wari hacían sus rituales mágico-religiosos.

En el interior de la estructura grande se halló, además, dos contextos construidos con lajas de piedras de pequeñas dimensiones. En el primer contexto se descubrió fragmentos de dientes de algún animal de la zona, y en el segundo contexto se evidenció dos botellas de cerámica, de notable estilo Wari, un pectoral de plata y una corona o tocado también de plata.

Una de las botellas de origen Wari presenta en el cuello el rostro de un ser humano caracterizado por sus enormes ojos, nariz y boca. Sin embargo, lo más llamativo es la corona que está pintada sobre su cabeza, lo cual indica que Espíritu Pampa durante el apogeo de los Wari estuvo ocupado por personajes de la élite gobernante.

Al costado del recinto grande en forma de la letra D, se descubrió evidencias de arquitectura Inca que tienen formas cuadradas y rectangulares. Dentro de una de ellas se descubrió un contexto de la época Inca conformado por prendedores (llamados tupus), agujas de plata y cerámica ceremonial de estilo Inca consistente en botellas pequeñas y recipientes.

Todas estas piezas de las culturas prehispánicas serán sometidas a proceso de conservación en el Gabinete Físico Químico de la entidad cultural, para su posterior investigación por los especialistas.

000468020m

000468025m

000468024m

000468019m


Deja un comentario

La Tragedia de Ventarrón

Un incendio arrasa en Perú un complejo arqueológico de 4.000 años

El País, 13 de Noviembre de 2017

1510547109_132561_1510602796_noticia_fotograma

El mural más antiguo de América, según los expertos, antes de ser incendiado. AFP

«El mural era extraordinario: una escena de un venado en una red, el testimonio más antiguo de pintura de ese tipo en Latinoamérica», comentó el arqueólogo Walter Alva a EL PAÍS, horas después de que la Huaca Ventarrón, un sitio arqueológico de 4.300 años de antigüedad fuera arrasado la tarde del domingo por un incendio iniciado en la empresa azucarera Pomalca, en la región Lambayeque, al norte del país.

Los sitios sagrados prehispánicos, o huacas, son construcciones piramidales de adobe muy visitadas por los turistas nacionales y extranjeros, por ello después de las fuertes lluvias que afectaron cuatro regiones del norte entre enero y marzo, las autoridades de Cultura compraron nuevos techos para protegerlas.

Alva, director del museo Tumbas Reales de Sipán, el más visitado de Perú y ubicado en la misma región, explicó que los techos comprados «son de un material inadecuado pues son inflamables, en el incendio se prendieron como cera». ¿Todos los centros arqueológicos del norte están usando ese material? «Usted lo ha dicho», respondió el experto.

El arqueólogo indicó que, además del mural –de 12 metros cuadrados y 4.000 años– también ha resultado afectado un relieve de 4.300 años de antigüedad. «Ese tiempo es el periodo arcaico, de pueblos sin cerámica, cuando surgen los primeros templos, y las representaciones son de animales. Había un culto al fuego», agregó el arqueólogo.

«El daño es producto del abandono en que estaba el sitio. No se han destinado recursos, no ha tenido ninguna persona responsable del lugar hace dos años», añadió Alva. La unidad Ejecutora Naylamp, una dependencia del Gobierno Regional de Lambayeque, es responsable de Huaca Ventarrón.

Su hijo, Ignacio Alva, estuvo a cargo de las excavaciones y puesta en valor de Huaca Ventarrón, que abrió al público en 2014, pero fue apartado del cargo hace un año con el argumento de que no había recursos, comentó Walter Alva a este diario.

Alva denunció formalmente que el sitio arqueológico quedó en abandono tras la salida de su hijo, pero no recibió respuesta.

Ignacio Alva aseguró que hubo un gran descuido de la empresa azucarera Pomalca, pues «sus trabajadores prendieron fuego en dirección a favor del viento, en sus campos colindantes con la Huaca Ventarrón».

Pero también destacó la responsabilidad del sector Cultura, al haber comprado un techo de una resina sumamente inflamable, cuando el proveedor había especificado lo contrario. Son además techos muy pesados, que estaban dañando los soportes y la estructura; el complejo está cubierto por hollín y la resina plástica derretida», añadió el exdirector de Huaca Ventarrón.

«Se ha perdido el origen de la civilización del norte de Perú, la joya y la cuna de nuestra identidad, debido al material (del techo) mal empleado y a que el sitio solo estaba a cargo de un vigilante y un boletero con sueldo mínimo», declaró Alva.

La mañana del lunes, el ministro de Cultura, Salvador del Solar, llegó al complejo incendiado, junto con especialistas en conservación. Un comunicado de dicha entidad informó el domingo de que un fiscal acudió al sitio donde ocurrió la tragedia.

«La primera impresión es que hay un alto grado de recuperabilidad de los murales, la estructura sí necesita una revisión, hay limpieza que hacer, pero se ve estable, vamos a cubrirlo nuevamente para protegerlo del sol y de la lluvia», anunció Del Solar.

El director del museo Tumbas Reales dijo que las empresas azucareras tienen la mala práctica de limpiar sus campos con fuego. «Cortan los tallos de las plantas de caña de azúcar, que es lo que usan, y el resto, las hojas, les prenden fuego», explicó.

El arqueólogo Elmo León explicó a este diario que el mural ilustra una cacería en red «pero además muestra el entorno de los bosques en aquella región, que eran más verdes de lo que son hoy, consecuencia de la desertificación antropogénica que hoy se traduce en el calentamiento global».


Ventarrón: la importancia del complejo destruido por incendio

El Comercio, 14 de Noviembre de 2017

El arqueólogo Ignacio Alva hace balance de los daños tras el incendio en el complejo arqueológico y reflexiona sobre la enorme importancia del patrimonio perdido.

5a0af19f243c7

Las visitas al complejo arqueológico de Ventarrón –parte de la Ruta Moche promovida por Prom-Perú– reportaban anualmente un flujo de 5.000 turistas. Demandará tiempo, trabajo y dinero recuperarlo. (Foto: El Comercio/ Archivo)

Por Enrique Planas
No hubo quien controle la quema de la caña de azúcar el domingo en la empresa Pomalca. Esa tarde de viento, las llamas se extendieron por la maleza y recorrieron los 200 metros que separan los campos del complejo arqueológico. Lo primero en encenderse fue el almacén. Luego los techos que protegían el templo, construidos con materiales inflamables.

El arqueólogo Ignacio Alva Meneses, quien junto con su padre Walter Alva descubrió ese complejo en 1989 y que años después inició en el 2007 el Proyecto Arqueológico Cerro Ventarrón, recorre ahora el complejo. Puede ver consumidos los almacenes, y con ellos, las colecciones de cerámica, telas y restos óseos. El material sintético de las cubiertas cayeron sobre las estructuras puestas en valor, impregnando de plástico derretido y hollín la arquitectura y sus murales.

Al otro lado de la línea telefónica, el director del proyecto hasta el 2015 intenta ofrecer un reporte de daños lo más técnico posible. Pero no puede evitar mostrarse conmovido. Esas ruinas hoy cubiertas de asfalto han sido parte de su vida, desde que junto con su padre defendiera el lugar de los huaqueros.

Entonces descubrió aquellos restos de muros pintados de rojo y blanco, que recién 20 años después pudo poner en valor con el Proyecto Arqueológico Cerro Ventarrón, con presupuesto de la Unidad Ejecutora Naylamp-Lambayeque. Esas excavaciones permitieron registrar y documentar, por primera vez, la arquitectura monumental más antigua de la región.

EL VALOR DE LO PERDIDO
La llamada huaca Ventarrón es en realidad un centro ceremonial levantado en la falda oeste del cerro, sobre un promontorio rocoso. Como señala Alva, su arquitectura consiste en una gran plataforma escalonada con acceso desde el norte. Fue edificado en tres fases superpuestas, calculándose la más antigua entre el 2300 y el 2035 a.C. Desde la cima puede contemplarse el amplio valle de Lambayeque y el curso del río Reque. El arqueólogo piensa que desde allí los antiguos habitantes debieron dirigir la agricultura y la organización del primer sistema cultural de la región. «La trascendencia de este lugar para la historia de Lambayeque es fundamental. Era la cuna de la civilización de la costa norte. Teniendo la misma antigüedad que Caral, tenía una complejidad superior», explica Alva. «Que todo esto se haya quemado en pocas horas me ha dejado en ‘shock’. No he podido dormir. Me pasé toda la noche escribiendo y mandando fotos para que, de alguna manera, se pueda señalar a los culpables», afirma.

Para imaginar la importancia de un sitio arqueológico como el siniestrado, para el especialista habría que imaginar que hasta su construcción en todo el territorio solo había aldeas primitivas. Con Ventarrón y Caral, ambos con climas secos y propicios para el cultivo y la industria del algodón, surgió la arquitectura ceremonial, y con ello, el origen de la civilización. Para Alva, la complejidad de Ventarrón radica en que la simbología de sus pinturas murales (hoy destruidas) dieron origen a conceptos que luego tomaron las posteriores culturas en el norte. «Igual que en Caral, en Ventarrón encontramos arquitecturas escalonadas y circulares para representar la dualidad. Pero a ello se le suma un extraordinario simbolismo del color en los murales. Aquí se gestaron las concepciones simbólicas de América», explica.

«El uso del rojo y blanco en Ventarrón lo encontraremos luego en la época cupisnique y la cerámica moche. Ese concepto es la génesis de la dualidad andina. Somos unión de huesos y de carne, lo masculino y lo femenino. El rojo y blanco como símbolo se transfiere luego a la selección de los spondylus, vistos en ofrendas desde chavín hasta inca. Prácticamente en Ventarrón se descubre la clave simbólica de la iconografía posterior», explica Alva.

ESTADO DE ABANDONO
Para el ex director de este centro arqueológico, este accidente revela la pobre gestión de la Unidad Ejecutora Naylamp. «Siempre se le pidió al Ministerio de Cultura que esta unidad tenga un consejo consultivo en el que participen los arqueólogos a cargo del proyecto. Pero desde su creación en el 2007 ha venido trabajando de forma ineficiente y con favoritismo político.

El resultado lo vemos ahora: falta de gestión y previsión, desidia y abandono. En ningún sitio ha habido tanto descuido y negligencia como en Ventarrón», lamenta. Alva confía en que –como señaló el ministro de Cultura, Salvador del Solar, quien ayer evaluó in situ los daños acompañado por asesores y restauradores– este centro arqueológico y sus valiosos murales puedan recuperarse en un 80%. Sin embargo, sabe que el trabajo será sumamente lento y costoso.

DATOS

  • El cerro Ventarrón pertenece al distrito de Pomalca, provincia de Chiclayo, departamento de Lambayeque. El acceso desde la ciudad de Pomalca se hace por medio de una trocha carrozable de 4 km, que conduce al centro poblado de Ventarrón, en la falda oeste del cerro del mismo nombre, a 22 kilómetros del litoral.
  • Investigaciones arqueológicas en el área se iniciaron en el 2007, y permitieron descubrir el origen y florecimiento de la civilización en el valle de Lambayeque.
  • El templo, ubicado al pie del cerro, fue el núcleo de un primigenio centro ceremonial cuya fase inicial ha sido fechada entre el 2035 y el 2300 a.C.

«La tragedia de Ventarrón», por Íñigo Maneiro

El Comercio, 19 de Noviembre de 2017

5a09b2b9e6999

Íñigo Maneiro, periodista de viajes,  reflexiona  acerca del incendio que afectó el complejo arqueológico Ventarrón en Chiclayo.

Por Iñigo Maneiro

Hace unos nueve mil años, grupos nómadas se desplazaban por los valles lambayecanos recolectando frutos y vegetales, y cazando animales. De ellos nos han quedado expresiones de arte rupestre y rústicos campamentos en los que se han descubierto herramientas de piedra y algunos restos de alimentos. El nomadismo se combinó con los primeros asentamientos junto a fuentes de agua y pequeñas huertas. A medida que las plantas fueron domesticadas, la sedentarización ganaba al nomadismo, y se crearon estructuras sociales y sistemas de pensamiento más complejos.

Los primeros cultivos de esos grupos humanos fueron la lúcuma, la palta, el frijol, el zapallo y el camote. Muy tempranamente sembraron algodón lo que les permitió crear las primeras redes y ocupar nuevos territorios, en este caso, el litoral marino, y ensancharon así su frontera agrícola.

Hace cinco mil años, en el corazón del desierto, nació Ventarrón, el eslabón perdido de la historia cultural norteña, su primera gran construcción. Fue el destino en el que confluyeron personas y productos de lugares muy lejanos, como muestran las trompetas hechas con caracol tumbesino, o las momias de guacamayos amazónicos que el arqueólogo Ignacio Alva Meneses descubrió.

Ventarrón fue tan especial que, por primera vez en América, se recurrió a la pintura mural polícroma. Esa pintura representa una imagen: la de un venado atrapado en una red.

Hoy está destruido por el fuego. Lo que no destruyeron los fenómenos de El Niño, los terremotos o el paso del tiempo durante cinco mil años, lo ha hecho el hombre del siglo XXI con su total desprecio por la historia, la cultura y la ciudadanía. No se trata de un error humano. Se trata de prepotencia e irresponsabilidad de la empresa Pomalca. Se trata del abandono de las autoridades, despreocupadas de las tareas de inversión, conservación e investigación del patrimonio.

 


Deja un comentario

El color índigo se habría originado en el Perú hace 6.000 años

El Comercio, 18 de Septiembre de 2016

58d2276d34e7d

El color índigo se habría originado en el Perú hace 6.000 años

El origen del color índigo, o añil, se remonta a hace 6.000 años en Perú, 1.500 años antes de que lo utilizaran los egipcios, a quienes se les atribuía su primer uso, según un artículo de la revista «Science».

La investigación científica señaló que el pigmento analizado en los restos de un tejido descubierto en el sitio arqueológico Huaca Prieta -un centro ceremonial prehispánico en la región La Libertad- corresponden al «uso más antiguo conocido del índigo en el mundo».

En el hallazgo, a cargo del investigador Jeffrey C. Splitstoser, resalta que tras diversas pruebas se ha identificado el uso de indigotina en tejidos de color azul.

«La presencia de un colorante indigoide ha sido firmemente indicado en cinco de ocho muestras examinadas que representan dos tejidos lisos y tres textiles entrelazados», señalan los investigadores. La matriz original para elaborar esos textiles ha sido el algodón (‘Gossypium barbadense’), que se cultivó en los Andes del Perú, en Huaca Prieta.

El punto de partida del experimento fue una muestra de hilo de color azul que decora una tela de rayas, a la que los investigadores sumaron otras siete telas de Huaca Prieta descubiertas en el 2009, cuyas antigüedades fluctúan entre 6.200 a 1.500 años, y donde se detectó la presencia de colorantes indigoides.

Los investigadores insisten en que no cabe duda de que en la decoración de los tejidos se utilizó añil que se había extraído de la savia de una planta conocida como ‘Indigofera tinctoria’.

«La evidencia de la edad temprana y la complejidad de tejido y teñido, prácticas andinas, proviene de los textiles de algodón decoradas con añil del sitio precerámico de Huaca Prieta», relata el documento, que reproduce resultados de ocho diferentes experimentos en base a pruebas de carbono 14.

El reporte de «Science» precisa que «se cree que (el arbusto) está en algún lugar en la costa norte de Perú, donde se adapta a las condiciones áridas de la región y crece en forma silvestre o como una planta escarpada».

Huaca Prieta es un sitio descubierto en 1946, en la costa norte peruana, en la provincia de Ascope, que llamó la atención desde un primer momento por los textiles que se encontraron, calificados como los más antiguos de América.

Hasta ahora se atribuía a los antiguos egipcios el uso más remoto del índigo, en la época de la quinta dinastía de los faraones.

Fuente: AFP


Deja un comentario

El legado de María Rostworowski, por Efraín Gonzales de Olarte

El Comercio, 11 de marzo de 2016

Su contribución no solo ha sido en el campo de la historia, sino sobre todo en la construcción de nuestra identidad nacional.

Por: Efraín Gonzales de Olarte. Vicerrector académico de la PUCP y ex director general del Instituto de Estudios Peruanos

base_image

Cuando María iba a publicar “Historia del Tahuantinsuyu”, le pregunté por qué no usaba el término ‘imperio incaico’ como hacían hasta entonces los autores para referirse al incanato. La respuesta fue simple pero contundente: el concepto imperio no existe en quechua y lo correcto es usar las palabras de los propios incas para referirse a su sociedad. Comencé así a entender la originalidad de su punto de vista sobre las sociedades prehispánicas.

Para comprenderlas, había primero que documentarse sobre su pasado. Para ello, María utilizaba minuciosa e incansablemente todas las fuentes a las que pudiera acceder: las crónicas que describieron estas sociedades a partir de testimonios orales, los archivos existentes en el Perú y en España, los estudios arqueológicos y la etnografía. El arte de María consistió en entretejer toda esta información con el trabajo de campo y reconstruir así la historia y organización de las culturas prehispánicas, no solo la incaica sino las sociedades regionales de la costa peruana, de la manera más fiel posible, sin por ello dejar de producir hipótesis creativas y totalmente originales.

Segundo, había que leer e interactuar con otros historiadores, etnohistoriadores, arqueólogos, antropólogos, sociólogos, sociolingüistas, psicoanalistas y hasta economistas como yo. El Instituto de Estudios Peruanos (IEP) le dio este marco multidisciplinario, además de su amistad con grandes académicos como John Murra, Tom Zuidema, Shozo Masuda, John Rowe, Franklin Pease, Max Hernández, Julio Cotler, Luis Millones, entre otros.

Su “Historia del Tahuantinsuyu” da cuenta de una sociedad que no era socialista ni feudal, que tuvo una organización social que emergía de grupos humanos que habitaban los Andes y sus vertientes costeñas y amazónicas, y que tenían que resolver el problema de sobrevivir y desarrollarse en un medio geográfico de gran variedad ecológica, con recursos naturales específicos y limitados, para lo cual crearon sistemas sociales jerárquicos, que llevaron a la creación del Estado inca. El trabajo acucioso de María fue revolucionario porque nos dio una comprensión más realista de nuestro pasado, alejada de la visión idealizada, mítica y añorada que habíamos heredado.

Lo más sorprendente y curioso de su itinerario como historiadora es su carácter atípico: peruana y polaca, educada en Francia, fue autodidacta y entró tardíamente a la investigación, sin pertenecer formalmente al mundo académico.

Esta combinación le permitió ser independiente de alguna escuela preexistente, tener un criterio adulto propio y ver sus temas desde dos orillas culturales.

En mi opinión, esta combinación hizo que María investigara con mayor libertad, estableciendo así su propio sello en los diversos temas sobre los que escribió tantos libros, varios de ellos trascendentales para comprender nuestros orígenes y nuestra identidad. Su “Historia del Tahuantinsuyu” es el libro de historia más leído por los peruanos, ha sido reimpreso innumerables veces, con un tiraje cercano a los cien mil ejemplares. Un caso excepcional para un país como el Perú.

Pero María no solo fue una gran historiadora, también fue una gran mujer, una gran persona, cálida, de gran sencillez y de fácil hablar. Dominaba cuatro idiomas y su frustración fue no haber podido aprender el quechua. Además, estuvo muy identificada con la misión del IEP, que es la de interpretar la tumultuosa sociedad peruana en sus diferentes etapas históricas, para ver si algún día podríamos hablar de “nuestro país” y no de “este país”. Su obra es una contribución a este propósito porque nos permite acercarnos a convertirnos en una nación que pueda comprender y aceptar su pasado compartido, lejos de mitificaciones e interpretaciones irreales. Por ello, su contribución no solo ha sido en el campo de la historia, sino sobre todo en la construcción de nuestra identidad nacional.

Hoy que ya no contamos con su presencia física, seguiremos contando con su gran legado intelectual, que nos seguirá iluminando en la búsqueda de esa nación andina que ella estudió y que hasta ahora no hemos logrado construir. Gran tarea que nos ha dejado.