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Los primeros homínidos que salieron de África eran de dos especies distintas

El País, 20 de febrero de 2014

La mandíbula de Dmanisi (Georgia), de hace 1,8 millones de años, denominada D2600, es de una especie diferente de otros fósiles del yacimiento. / CENIEH. El País.

Los fósiles de hace 1,8 millones de años de Dmanisi, el famoso yacimiento de Georgia donde se han encontrado los restos de los primeros –hasta ahora- homínidos que salieron de África, están rodeados de polémica sobre cómo encajan en el árbol evolutivo humano y los debates entre especialistas no hacen sino avivarse. Un equipo del Centro Nacional de Investigación de Evolución Humana (CENIEH), en Burgos, ha analizados tres mandíbulas de la colección de Dmanisi y concluye ahora que son de, al menos, dos especies diferentes, y no una como defendieron recientemente sus descubridores. “No tendría nada de extraño: si en esa época, hace unos dos millones de años, había en África cinco especies de homínidos, es perfectamente lógico que dos de ellas, y no una sola, se extendiera por oriente próximo hacia Georgia”, señala José María Bermúdez de Castro, paleontológico del CENIEH, experto internacional en el análisis de dientes y líder de esta nueva investigación.

La presentación mundial en la revista Science, el pasado mes de octubre, del cráneo número cinco de Dmanisi, una pieza muy bien conservada y completa, fue acompañada de la interpretación de estos fósiles por parte de los descubridores de estos primeros, hasta ahora, pobladores de Eurasia. David Lordkipanidze y sus colegas concluyeron que las diferencias entre los cinco individuos cuyos restos se han hallado en el yacimiento georgiano hasta ahora no son mayores que la que hay entre cinco personas actuales o entre cinco chimpancés.

Bermúdez de Castro lo niega rotundamente. El estudio que ha realizado con su equipo, y que se publica en la prestigiosa revista PlosONE, concluye que la variabilidad de la población de Dmanisi es muy superior no solo a la humana actual, sino a la de los gorilas, “cuyo dimorfismo sexual, con machos el doble de grandes que las hembras, es el mayor entre los simios antropoideos”. La mandíbula del cráneo número cinco (denominada D600), de gran tamaño y morfología extraña, es claramente diferente de las otros dos que han estudiado. Todas ellas tienen características primitivas. Los expertos de Burgos han hecho un estudio de  morfología comparada de tres de tres mandíbulas; la cuarta carece de dientes, lo que dificulta su estudio.

Ese cráneo tiene algunos rasgos compartidos con los neandertales, señala Bermúdez de Castro, investigador del CSIC y codirector de las excavaciones de Atapuerca. Pero se trata de convergencia evolutiva, advierte, no es que haya una relación de parentesco entre ambas especies, separadas por más de un millón y medio de años. En este caso, como en muchos otros en la evolución, la similitud de características entre algunos organismos responde a que la selección natural desembocó en la misma solución en unos y otros, como aves y murciélagos, por ejemplo, que tienen alas como adaptación al vuelo sin que haya un parentesco entre ellos.

Los investigadores del CENIEH, tras sus análisis de morfología comparada proponen asignar el individuo del cráneo número cinco con su mandíbula correspondiente a H.georgicus, la especie que inicialmente se propuso para esos fósiles georgianos, mientras las mandíbulas pequeñas recuerdan a las de Homo habilis, una especie africana de aproximadamente la misma antigüedad.

Bermúdez de Castro explica que conoce las mandíbulas de Dmanisi desde hace tiempo y que la interpretación de una única especie no le convenció. Su trabajo ahora es una respuesta científica al debate y espera que haya más con más estudios profundos de los fósiles.

Otro problema del yacimiento, explica el especialista español, es que la geología allí es confusa. “La datación es correcta, pero no está claro cuántos niveles tiene Dmanisi y hay que tener en cuenta que una sucesión de riadas, rellenos por cenizas volcánicas, erosión, más riadas… puede abarcar muchos acontecimientos en un plazo de tiempo de solo 100.000 años”. Así, sería perfectamente factible que se acumulasen en el lugar huesos de dos o más especies, comenta. Esa zona de Georgia, rica en flora, fauna y alimento para los antiguos humanos, añade Bermúdez de Castro, está a solo unos 1.500 kilómetros al norte del Valle del Rift africano –región rica en fósiles de homínidos- por el llamado corredor levantino. Nada impide que más de una especie tomara ese camino migratorio.

La respuesta definitiva sobre si se trata de una o dos especies cabría esperarla de la mano de los análisis genéticos, pero 1,8 millones de años está, por ahora, fuera del alcance de la ciencia del ADN antiguo.

Artículo de PLOS ONE: On the Variability of the Dmanisi Mandibles


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Un nuevo cráneo agita el debate de la evolución humana

El País, 17 de octubre de 2013

Los cinco cráneos humanos primitivos de Dmanisi (Georgia), del 1 al 5 (de izquierda a derecha). / M. PONCE DE LEÓN / CH. ZOLLIKOFER (UNIVERSIDAD DE ZÚRICH). El País.

Un cráneo humano de hace 1,8 millones de años y estupendamente conservado emerge hoy a la luz oficialmente para entrar directo a la historia de la paleontología. Ha sido hallado en Dmanisi, Georgia, un yacimiento en el que se han ido desenterrando en las últimas dos décadas los fósiles de los hasta ahora más antiguos homínidos fuera de África. Es un cráneo de hombre adulto, con un cerebro pequeño, muy primitivo, arcos protuberantes en la frente, una mandíbula grande con buenos dientes y voluminosos músculos de masticación; el individuo sería de baja estatura pero su cuerpo tendría ya las proporciones del hombre moderno, con piernas largas y brazos cortos. Sufría artritis en la mandíbula y tiene una zona fracturada y curada, quien sabe si de un accidente o de una pelea. Los científicos, tras cinco años de estudio exhaustivo del cráneo, el número 5 de Dmanisi y aún sin apodo para reconocerle fácilmente, dicen que es una forma muy primitiva de los primeros Homo, de la misma especie que los encontrados en África de hace poco más de dos millones de años. Algunos respetados paleontólogos que lo han visto lo califican ya de «fósil icono». Por su edad (casi el doble de años, por ejemplo, que los individuos más antiguos de Atapuerca) y sus características, el número 5 de Dmanisi se sitúa justo en el torbellino del debate sobre el origen evolutivo del género Homo.

Los autores del descubrimiento, liderados por David Lordkipanidze, afirman que es el primer cráneo del mundo hasta ahora completamente conservado de un homínido adulto de tal antigüedad, esos 1,8 millones de años, lo que demuestra que los primeros Homo se dispersaron fuera del continente africano poco después (en tiempos paleontológicos) de su surgimiento y que las hasta ahora clasificadas como diferentes especies humanas de ese período son, en realidad, una sola. «Es un espécimen fantástico, genial, no importa cómo lo clasifiques, este cráneo y otros de Dmanisi están entre los mejores testimonios que tenemos acerca de cómo, dónde, cuándo y por qué evolucionaron los humanos», resume el paleoantropólogo estadounidense Tim White en un comentario en la revista Science, donde se da a conocer el cráneo.

Ilustración del individuo del cráneo número 5 de Dmanisi. / J.H. MATTERNES. El País.

Dmanisi es una pequeña población medieval situada en lo alto de una colina a 80 kilómetros de la capital georgiana, Tbilisi. «Hace 30 años, durante una excavación, se descubrieron unos sedimentos que contenían huesos de animales: después aparecieron antiguos instrumentos de piedra y fósiles de homínidos”, recapitula Lordkipanidze, director del Museo Nacional de Georgia. Se han encontrado ya restos de, al menos, cinco individuos: un macho adulto de edad avanzada y sin dientes; otros dos machos adultos, una hembra joven y un adolescente cuyo sexo no se ha determinado.

El número 5 se descubrió en dos etapas de la excavación: la mandíbula en 2000 y el cráneo cinco años después, pero los científicos están seguros de que casan a la perfección, que son del mismo individuo, pese a la sorpresa de encontrarse con un cráneo pequeño muy primitivo (el cerebro tendría unos 450 centímetros cúbicos, frente a los 1.350 de la especie humana actual) y una cara algo más moderna, aunque con el morro protuberante. Mediría entre 1,46 y 1,66 metros de altura y pesaría entre 47 y 50 kilos.

En el yacimiento, que aún se esta excavando, han aparecido piezas de industria lítica que aquellos remotos humanos utilizarían para descarnar animales, y muchos restos de plantas y fósiles de fauna, «incluidos los terribles tigres de dientes de sable y un guepardo gigante extinguido», explica Ann Gibbons en Science. «La confrontación con esas bestias sería corriente… y peligrosa», añade. Los cinco homínidos de Dmaniasi se encontraron en cavidades subterráneas que pudieron ser guaridas a las que los animales arrastrarían sus presas. La zona, hace 1,8 millones de años, gozaba de un clima templado y moderadamente húmedo.

Los investigadores de Dmanisi, dadas las características de los fósiles, habían propuesto una especie nueva para esos homínidos: Homo georgicus. Sin embargo, cambian de interpretación al presentar el cráneo número 5, con lo que agitan el debate científico internacional acerca de las primeras especies del género Homo. Ellos afirman, primero, que entre los cinco individuos de Dmanisi las diferencias que se aprecian no son mayores que las que hay entre cinco personas actuales o entre cinco chimpancés.

Pero, además, proponen que esta población georgiana tampoco es fundamentalmente diferente de las africanas contemporáneas —o poco anteriores— que hasta ahora se venían clasificando como diferentes especies (Homo habilis, Homo rudolfensis y Homo erectus) dentro del género Homo. «Esto implica la existencia de un único linaje evolutivo del Homo primitivo», afirman Lordkipanidze y sus colegas; ellos engloban todas esas formas en una única especie, H. erectus, incluyendo la población georgiana.

«Este nuevo cráneo confirma que los fósiles de Dmanisi son lo que parecen: una forma primitiva del H. erectus, o mejor, de su variante africana más antigua, que algunos llaman Homo ergaster», señala Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense y codirector de las excavaciones de Atapuerca. «Dicho de otro modo, se trata de un australopiteco evolucionado, con capacidad craneal mayor, pero con una cara todavía muy proyectada y muelas grandes». Pero ese mismo espacio intermedio, por la morfología de los individuos, entre los australopitecos y el H. erectus, lo ocupaban hasta ahora los fósiles africanos agrupados en la especie H. habilis, continúa el experto español. «Ahora, los investigadores de Dmanisi sostienen que H. habilis (en África) y los fósiles georgianos son la misma especie y prefieren desterrar el nombre de Habilis y adoptar el de Erectus. Me parece que es estirar demasiado la especie H. erectus y que hay hueco para una forma intermedia, el clásico H. habilis”, concluye Arsuaga.

Resumiendo, Lordkipanidze y sus colegas sitúan sus fósiles en el mismo nivel evolutivo que los primeros Homo africanos, de hace poco más de dos millones de años. «La población de Dmanisi probablemente se originó a partir de una expansión a partir de África del linaje H. erectusen el Pleistoceno Temprano», concluyen. «Parece razonable asumir que hubo una única especie de Homo en aquel tiempo en África y, dado que los homínidos de Dmanisi son tan similares a los africanos, nosotros asumimos que ambos pertenecen a la misma especie», explica Christoph Zollikofer, del Instituto y Museo Antropológico de Zurich (Suiza), otro de los investigadores del equipo.

Así, el cráneo número 5 de Dmanisi parece indicar que más que varias especies de Homo ecológicamente especializadas, hay una solo capaz de desenvolverse en diferentes ecosistemas.

Es una propuesta controvertida y otro de los científicos del equipo, Philip Rightmire (de la Universidad de Harvard) la califica de «pequeña bomba», según recoge Gibbons. La verdad es que ni siquiera parece haber acuerdo entre los científicos acerca de si los cinco individuos de Dmanisi son una única especie o no, así que el estupendo cráneo número 5 se estrena abriendo una buena polémica.

«Una conclusión importante de la propuesta de Homo erectus como especie única es que el patrón evolutivo es lineal en esa época y no ramificado», apunta Arsuaga. «Es decir, que solo ha habido una línea evolutiva dentro del género homo y no dos. Me parece que está por ver». En todo caso, continúa, «el cráneo número 5 de Dmanisi es un fósil espectacular; solo hay otro igual de completo (o incluso más) en el registro fósil: el cráneo número 5 [hasta el nombre coincide] de la Sima de los Huesos de Atapuerca».